El Palacio de Exposiciones y Congresos de Oviedo acogió esta mañana la primera ceremonia de entrega de insignias de plata y oro de la era poscoronavirus. Pese a que todo fue un poco distinto, al realizarse fuera de la tradicional sede colegial, además del reducido aforo restringido a los homenajeados (se echaba de menos la presencia de nuestros queridos familiares, en mi caso a mis padres, que me acompañaron en la jura de 1995), quiero destacar que se trató de un acto grato y entrañable.
Tuve la oportunidad de recibir la insignia de plata, junto a todos los compañeros y compañeras que cumplimos en 2020, veinticinco años dedicados a la profesión. 43 abogadas y otros tantos abogados fuímos pasando, uno a uno, por la mesa presidencial, para recibir de manos del decano tal distinción. Seguidamente María del Pino Del Río Solano, una de las nuestras, pronunció un discurso emotivo y estimulante.
Igualmente se entregaron las insignias de oro a los colegiados y colegiadas que alcanzaron los cuarenta años de ejercicio profesional: catorce varones y tres mujeres, siguiendo a continuación el discurso de uno de los «abogados de oro», Ignacio Álvarez-Buylla, que recordó con cariño a compañeros desaparecidos (a su propio padre, entre ellos), y puso en valor los aspectos tradicionales de nuestra profesión liberal que pueden y deben compatibilizarse con la estricta competitividad de los nuevos tiempos. El acto fue clausurado con un discurso del Decano, D.Luis Albo Aguirre, al que siguió un emocionante himno de Asturias interpretado por la Banda de Gaitas Ciudad de Oviedo, con tod@s los asistentes en pie.